Una imagen, una historia

Las obras de arte, como llevamos describiendo a lo largo del blog, son una fuente de inspiración para cualquier ámbito que se nos pueda ocurrir. Hemos comentado cómo son un referente para la publicidad, para el diseño e incluso para algún video musical. No obstante, hoy quisiera mostrar otro ámbito en el que, curiosamente, también puede tomarse un cuadro como inspiración: la escritura.

Para ejemplificar esto, que mejor novela que La Joven de la Perla de Tracy Chevalier, que a su vez inspiró una película del mismo nombre dirigida por Peter Webber y protagonizada por Scarlett Johansson.

Portada de la película

Claramente, ambas se inspiran en el cuadro de Johannes Vermeer, La joven de la perla. Se trata de un cuadro del Barroco, un primer plano de una muchacha que recorta su perfil ante un oscuro fondo neutro. Como aspectos característicos del barroco, se encuentra la conexión directa con el espectador a través de la mirada penetrante de la modelo; y el contraste de luces y sombras, pues existe un  foco de luz, que proviene de la parte izquierda del cuadro, e ilumina el rostro de la joven y la perla, que da nombre a la obra, dejando la parte derecha entre sombras.

En la novela, la autora, mediante la narración, imagina y relata las circunstancias bajo las cuales el cuadro fue pintado.

 

La Joven de la perla de Vermeer

Portada del libro La joven de la perla

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo más fácil para narrar una historia tendría que ser tomar el arte pictórico como referente de inspiración, puesto que al fin y al cabo los cuadros de uno u otro movimiento, son historias por sí mismos, la expresión de un sentimiento, la visión de un artista, la cultura y la sociedad de una época… A través de un cuadro, se pueden extraer los ingredientes necesarios para una narración, lo único necesario es ponerle las palabras adecuadas a la historia, a la pintura.

Una imagen es una historia, solo debemos descubrirla o imaginarla.

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